miércoles, 20 de enero de 2010

Ya no puedo matarte

En segundos intermitentes sin ritmo la realidad la golpea. Aquellas palabras que vaciaron el frío sobre su cabeza para dejarla tiesa y ardiendo.
Algunos pasos parecieron vacíos mientras Fad recorría las amarillas calles coloniales. Esas que un día en una estación diferente tenían olor a humedad-vainilla. Esa luz alguna vez le había dado el honor de sorprender una cosa mínima (o al menos su sombra) al escabullirse en una rejilla de banqueta.
Hoy no había ecos imperceptibles de pasos pequeñísimos. Pero sí había suspiros.

La noche esta plagada de realidad y Fad no puede cerrar los ojos para negarlo. Ahora todo queda claro... es tan sencillo reconstruir la posible interpretación. Pero ella no quiso borrar sus pasos, ni olvidar el número que nunca aprendió. Nunca pretendió dar la espalda o callar de más, o pensar de más. Jamás fue su plan ocultarlo al extremo, perder el líquido transportador del mensaje, dormir al ser interno por miedo a la añoranza. Pero sí... pudo haber parecido así.

Luna se ríe al reconocer la cara extrañada de Fad... las idas y venidas de su mente. Sonríe con descaro y dientes sucios... es el momento de la gloria del testigo. Del "te lo dije"...

Tiene razón no hay vuelta atrás... hay que soltarlo todo. Obligarse a cerrar las ventanas, todo sin decir adiós. No hay espacio para una broma pasajera que dijera holaholaholahola como el cuaderno de Cat... no es posible proseguir con el plan. No puede matarlo porque ahora habría un motivo.