miércoles, 9 de septiembre de 2009

Ciudad Gris

Talvez el miedo a pensarte todavía te ha sacado del recóndito... talvez no...
Caigo en la cuenta de que el otoño se acerca y me veo inevitablemente rodeadad de nostalgias conocidas en rincones urbanos con particularidades coquetas. Pienso en ti.
Así de la nada vi el perfil de la afortunada que hacía fila frente a mi. No era ella por supuesto pero las similutudes de las facciones me resaltaron la ironía de reconocerlas. Dormí camino a la ciudad gris... abriendo los ojos a veces para acomodarme y ver hacia el frente la nada. Niebla del camino, de esas cerradas, blancas y hasta románticas.
Esta vez el camino fue distinto así que sentí como nueva esa sensación ya conocida que proviene de ventanas rotas entre marcos testigos de años y vidas. Desde paredes con toques de gris y detalles barrocos que conservan el orgullo entre anuncios de neon. Como el camino al metro y aquellos cuartos austeros con evidencia del lujo perdido.
De pronto y sin pensar el origen hice la pregunta... ¿y Alvaro Obregón? - Ahí...
Estaba donde estaba sin saberlo y con conciencia... con intuición tortura. Juraría que alcance a ver en medio de un destello de locura la azotea donde fumé contigo viendo las luces de la ciudad. Melancolía extrema de la oscuridad ligera y el pesadísimo espacio entre tu codo y el mío, entre nuestros alientos.
Caminos sobre adoquines entre fuentes. Pasos llenos de eso que sentimos a un tiempo y que optamos por callar y ocultar entre admiraciones por los árboles y los puestos callejeros. Mi estómago aun se siente pesado.
La casa maravilla y decadencia que compraré sin duda cuando me gane la lotería cuya imagen me lleva a los perfiles art-decó del edificio donde cayeron mis mensajes en botella. Donde aprendí a lanzarme a probar y disfrutar lo agridulce al extremo.
Cambiaron el piso de la pequeña glorieta donde te sentaste junto a mi y la basura... aquel día maravilloso de gorros de duende, actuaciones de ladrón, regalos bien pensados y tan genialmente recibidos. Aquel día que también dijiste que dormías junto a alguien mas... no junto: con. Que sentías celos, que tenías dudas, que no era justo... no lo fue nunca. Menos para mí.
Piso ese espacio demasiado mío y ajeno. A cada paso animo a las hojas suicidas a soltarse y me hacen caso. Llueven hojas y esporillas a mi alrededor y el de mi abuela que lo nota y me mira sonriendo porque sabe que soy yo la que llama al otoño con sonrisa nostálgica. Yo también lo sé y lo disfruto cuando cruzo la calle pasando junto a la esquina en la que se me doblaron las rodillas al besarte.
Me voy me voy. Me despido de la ciudad gris que llora mi partida una vez mas. Que me brinda un espectáculo de gotas danzantes en la ventana que me permite mirar más perfiles de esta tierra donde alguna vez pisamos con nuestros pies apuntando hacia afuera... mutuamente de frente.
Miramos a otro lado ahora... Cerramos los ojos a tanto o no. No hablamos, no escribimos... no somos lo que fuimos ni lo que pudimos ser... que suerte haber jugado y salir casi malherido. Que fortuna encontrarte aun de pronto gritando en la distancia y en silencio que te pienso aunque no quiera y aunque no tenga caso ni motivo. Que no me pesa ni me aleja del momento en donde estoy pero me dice, y lo agradezco... que en verdad y a pesar de todo: fue.

1 comentario:

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